lunes, 23 de mayo de 2011

Diario de viaje Santa Marta y el parque Tayrona

Ese día nos encontrábamos en el aeropuerto Internacional el Dorado de Bogotá, esperando el vuelo que nos llevaría a la ciudad de santa marta, el día como es de costumbre estaba nublado y caía sobre Bogotá una leve brisa que no presagiaba un buen clima en nuestro destino, aun así nos encontrábamos felices por la posibilidad de escaparnos una vez más de nuestras vidas agitadas, los trancones, el ruido de la ciudad y el frio, finalmente tomamos el vuelo, en algunos episodios sentimos algo de turbulencia y naturalmente esas ansias de aterrizar pronto que todo viajero siente por experimentado que sea, llegando a santa marta pudimos observar que nos aguardaba un clima muy benévolo, descendimos del avión y la brisa marina acompañada de ese sol paradisiaco nos hizo sentir libres del frio, del ruido de las calles, de los trancones etc. Tomamos un taxi y una vez instalados en el hotel salimos a dar un paseo por la playa, el sector en donde nos encontrábamos  es conocido como la playa del Zuana, y es una playa tranquila, con muy pocos vendedores en donde se puede descansar libremente, disfrutar la brisa del mar, el agua, el paisaje etc., luego de un par de horas de nadar, correr, y disfrutar el lugar decidimos pedir el almuerzo, en esta playa en especial y en temporada baja, es posible encontrar personas que ofrecen el almuerzo y lo sirven en la playa a tan solo un par de metros del mar, esta experiencia es deliciosa ya que ambientados con el sonido de las olas, el almuerzo es un momento de esparcimiento y relajación, luego de almorzar  nos tomamos un par de horas más disfrutando la playa y regresamos al hotel. En la noche nos dirigimos a un lugar conocido como el rodadero, es una playa un poco más concurrida que la del Zuana, allí en las noches suele encontrarse grupos musicales que amenizan las reuniones por algunos miles de pesos al son de música vallenata, el ambiente es de rumba, y las personas en general son muy amables, estuvimos allí hasta cerca de la media noche y regresamos al hotel para descansar ya que al siguiente día teníamos tour al Parque Tayrona.
Muy temprano en la mañana recibimos la llamada desde la recepción anunciando que la camioneta había llegado para llevarnos al parque Tayrona, salimos presurosos y emprendimos el viaje de unas 2 horas desde el Hotel Zuana hasta la una de las entradas del parque conocida como el zaino, al llegar allí nos bajamos de la camioneta y emprendimos una larga caminata, es recomendable llevar zapatos deportivos, repelente para mosquitos, bloqueador y mucha agua ya que el calor es bastante fuerte y el camino es bastante pesado,  luego de aproximadamente 1 hora de caminar por entre la selva llegamos a una playa conocida como arrecifes, es un espectáculo ver la fuerza del mar en esta playa, allí no es recomendado bañarse ya que la fuerza de las olas es tal que casi un centenar de personas han muerto ahogadas, luego de leer esta recomendación no queda masque disfrutar el paisaje y continuar nuestro camino, aproximadamente 30 minutos más tarde llegamos a otra playa conocida como la piscina, en este lugar el mar es bastante calmado y se puede realizar el snorkeling, allí estuvimos por algunos minutos y continuamos nuestro recorrido, finalmente luego de aproximadamente 1 hora de camino llegamos a la playa san juan del cabo, en esta playa el agua es muy cristalina, allí es posible pasar la noche en hamacas que se encuentran a pocos metros del mar, algo a tener muy en cuenta es que se debe llevar comida, ya que la que venden en esta playa es bastante costosa y no es de muy buena calidad, luego de comer, y disfrutar un buen rato del mar nos dispusimos a dormir, las hamacas son bastante cómodas, pero el mosquitero incomoda un poco, como no hay luz artificial después de un par de minutos todo quedó oscuro, en ese momento se pueden apreciar los miles de sonidos que tiene la selva y el mar, al principio es algo intimidante pero luego de un tiempo se comienza a disfrutar de esa variedad de sonidos, de la tranquilidad, de la desconexión total del mundo urbano y de la magnífica melodía que ofrecen las olas.
Al día siguiente nos levantamos, disfrutamos nuevamente de las olas, la playa, el paisaje y emprendimos nuestro regreso, esta vez al saber lo agotador que es el camino decidimos alquilar caballos, en esta ocasión gastamos las ½ del tiempo que invertimos de ida, y llegamos mucho más frescos que el día anterior, tomamos nuevamente la camioneta y nos dirigimos hacia nuestro hotel, … continuará

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